
Hace unas semanas hablando con una persona me contaba algunos errores que había cometido en su vida, errores que lo llevaron a perder muchas cosas buenas, ahora después de unos años veía que su vida podría haber sido muy distinta si no se hubiera equivocado tanto; después de haber conversado y cuando ya volvía a mi casa iba pensando en todo lo que hablamos, y es claro que si este hombre hubiera conocido a Cristo mucho antes, estoy seguro que muchos de esos errores no los hubiera cometido.
Si uno pensara con la mentalidad humana diría, “cada uno construye su propio destino, si te equivocaste y por disfrutar un poco perdiste mucho, estás pagando las consecuencias de tus propios errores”; pero los cristianos debemos pensar las cosas de otra manera, con misericordia y sin apresurarnos a juzgar a los demás. Pensando en todo esto creo que es bueno entender que hay cosas en la vida que ya no se pueden cambiar, pero hay otras cosas que sí se pueden cambiar,
¿Qué hacer con lo que ya no puedo cambiar en mi vida?
Hay una persona en la Biblia que nos muestra qué hacer con lo que no se puede cambiar en la vida, ese es el apóstol Pablo y lo dice en Filipenses capítulo 3, es interesante como este hombre abre su corazón y cuenta no solo lo que se sabía de su vida sino cuáles eran sus sentimientos y cómo se veía él a sí mismo.
Filipenses 3
5 me circuncidaron a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín, soy hebreo e hijo de hebreos. En cuanto a la interpretación de la ley judía, fui del partido fariseo; 6 era tan fanático, que perseguía a los de la iglesia; y en cuanto a la justicia que se basa en el cumplimiento de la ley, era irreprochable.
Lo primero que muestra Pablo que no se puede cambiar de su vida es lo que decidió Dios, dice “soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín, soy hebreo”, nadie decide en qué país va a nacer, nadie decide quiénes serán sus padres, nadie decide en qué contexto socio-económico va a comenzar su vida, eso lo decide Dios, hay cosas de tu vida que las decidió solo Dios, y lo que decidió Dios no tiene sentido cuestionarlo, porque no lo podemos cambiar y porque ya está hecho de esa manera; sos alta o baja, lindo o feo, tuviste buenos padres o fueron malos padres, eso ya no se puede cambiar y Dios fue el que con algún propósito te puso en ese lugar y en ese momento.
Lo segundo que no se puede cambiar es lo que otras personas decidieron sobre su vida, dice “me circuncidaron a los ocho días de nacer”, no fue Pablo quien decidió circuncidarse, porque dice que fue circuncidado a los ocho días de nacer, no se deciden muchas cosas a los ocho días de nacer, quizás se pueda decidir llorar o no llorar, patalear o no patalear, pero no mucho más que eso; hay cosas en nuestra vida que decidieron otros por nosotros, quizás algunas de esas cosa nos parecen bien pero otras cosas que hicieron otros en nuestra vida nos trajeron dolor y nos llenan de vergüenza, y pasan los años y todavía nos duelen, hace un tiempo un hombre ya grande me contaba de los malos recuerdos que tenía de su padre porque en la adolescencia lo hacía hacer cosas muy desagradables delante de su hermana y esos recuerdos hoy a los cincuenta años todavía le causan dolor en su corazón, hay cosas que nos sucedieron por culpa de otros que también son parte de nuestro pasado y que tampoco podemos cambiar.
Lo tercero que dice Pablo que no puede cambiar son sus propios errores del pasado, dice “En cuanto a la interpretación de la ley judía, fui del partido fariseo; era tan fanático, que perseguía a los de la iglesia;” por supuesto que esto no lo dice como algo positivo sino con dolor por su fanatismo, con dolor por haber perseguido a muchos cristianos y con dolor por haber participado en la muerte de algunos de ellos; el que decidió ser fariseo y asesinar a otras personas fue Pablo mismo, esto no fue una decisión de otros, fue su propia decisión; pero esto tampoco lo puede cambiar porque es algo que pertenece a su pasado, los errores míos del pasado es algo que tampoco se puede cambiar.
Cuántas veces miramos para atrás y decimos “si pudiera volver el tiempo atrás”, pero eso es algo imposible, porque el tiempo no vuelve para atrás.
¿Qué hacer con mis errores del pasado que ya no puedo cambiar?
Lo primero que hizo Pablo fue reconocer sus errores del pasado, nadie le está marcando sus errores, es Pablo mismo el que los cita y los reconoce.
Lo segundo es pedirle perdón a Dios, seguramente los errores del pasado incluyen pecados y los pecados siempre hay que confesarlos a Dios.
Lo tercero es pedirle perdón a otras personas que hayamos dañado con nuestros errores, hay pecados que son solo contra Dios, pero hay pecados que son contra Dios y contra otras personas, el hijo pródigo cuando volvió a su casa le dijo al Padre Lucas 15:21 … Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo; reconoció que su pecado también había afectado a su propio padre.
Lo cuarto que tengo que hacer con los errores del pasado es tratar de reparar el daño que hice al otro, si es posible hacerlo, hay veces que ya es tarde, pero si todavía se puede debo reparar el daño, el arrepentimiento se muestra en las acciones de reparación, es difícil creer en un arrepentimiento que no intenta reparar el daño.
Lo quinto que tengo que hacer con los errores del pasado es poder perdonarme a mí mismo, esto muchas veces es lo más difícil, nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos y el no poder perdonarnos nos deja anclados al pasado.
La Biblia dice que si le confesamos a Dios nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos, y si Dios me perdona, ¿por qué no me voy a perdonar yo mismo?
Una vez que dimos estos cinco pasos estamos preparados para hacer lo que hizo Pablo,
Filipenses 3
13 … una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Después de dar estos pasos Pablo logró dejar atrás lo del pasado olvidando ciertamente lo que queda atrás, si seguía cargando esas mochilas del pasado iba a ser muy difícil crecer y llegar a donde Dios lo quería llevar; y una vez que se dejaron esas mochilas del pasado, se puede seguir libremente al futuro que Dios tiene marcado, extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
No vivas una vida estancada, que nada de lo que no se pueda cambiar de tu vida te deje anclado sin poder avanzar, que puedas dar los pasos necesarios para que los errores del pasado queden en el pasado, porque cuando nos deprendemos del pasado somos libres para seguir adelante, porque allá adelante Dios tiene un supremo llamamiento para cada uno de nosotros en Cristo Jesús.
E.B.